Soy la luz y soy la sombra,
soy tu suerte, y la desdicha
que, maldiciendo y con rabia, nombras.
Soy el anhelo que pudre tu alma,
soy el veneno que el aire vicia.
No me llames, pues acudo.
Soy el odio, soy tu ira.
Vuelvo a tu corazón más menudo,
y lo vuelvo gris, cual piedra inerte.
Te doy la fuerza, te quito vida.
Como ánima me invocas,
como preso me condenas.
Te doy la fuerza que el aire vicia.
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